sábado, 22 de noviembre de 2014

Vestigios documentales de la influencia del yaraví en el vals peruano: "Los Lamentos" y "Un Adiós"



Como bien ilustra el Dr. Augusto Vera Béjar (2006); en la Arequipa de finales del siglo XIX ya se veía nacer un vals con estilo propio, el "vals arequipeño" (o como lo llama J.C. Carpio Muñoz "el vals sentimental arequipeño"), éste nuevo amanecer de la música en el sur se plasmaría notoriamente en Al pie del Misti de E. Recavarren y Quenas de Duncker Lavalle.

Pero ¿cómo se llevó a cabo ese tránsito entre las melodías de picantería con sabor a tarde contemplativa hacia los pentagramas occidentales de elaborados vals vieneses? ¿Sólo la inspiración de los músicos de la época, sazonaron al baile de salón con sabor a terruño?

Carátula de Los Lamentos, de la Colección de cantos,
bailes y canciones populares del Perú, fines XIX- inicios XX
La bonanza económica vivida gracias al comercio lanero en Arequipa (afianzada hasta 1870), logró que las familias pudientes adquirieran el fino sonido romántico del piano. Por otro lado de la ciudad los cantos de los characatos se escuchaba en campo y en su más intimo refugio, el yaraví anónimo con influencia melgariana se había hecho popular. La escena estaba preparada, el telón por abrirse y los cantos de los characatos a punto de ser capturados por las cinco líneas pautadas.

Nos remitiremos a las pruebas de éste paso intermedio, ese momento en que dos cantos populares se plasman en documento para piano, ese instante en que la oralidad es atrapada por los sonidos temperados.

Recientemente llegaron a nuestras manos dos impresos de la convivencia inicial de la música popular y el repertorio pianístico; son pequeños ejemplares cuyos títulos nos revelan la relación con el espíritu del hombre andino y su sentir: Los Lamentos y Un Adiós, las páginas pertenecían a la Colección de cantos, bailes y canciones populares del Perú, arreglados para piano solo y para piano y canto por los mejores profesores del país. 


Carátula de Un Adiós, de la Colección de cantos,
bailes y canciones populares del Perú, fines XIX- inicios XX
Los cortos 35 compases de Los Lamentos trataron así de atrapar al doliente yaraví, encerrarlo entre su tempo ternario de vals, tratarlo de domar en ese ritmo incesante de bajo y 2 acordes incisivos; y finalmente, enmarcarlo en repeticiones binarias. Las indicaciones de cantábile trataron quizá de mantener la importancia de la voz. El canto popular ya estaba para piano solo, listo para lucirse en las tertulias de los arequipeños.

En el arreglo de Los Lamentos se imprimieron las indicaciones de lament y dolce y en Un Adiós se lee dulce y melancólico ¿quisieron evocar el hondo pesar con que se cantaban los cantos campesinos? Se observan también las ya conocidas terceras paralelas y sus cromatismos que aún destilaban el cantar de guitarras y chichas vespertinas, deteniendo el baile y la danza del vals para llamar a la nostalgia y al dolor. Ya no están los versos de pie quebrado, ni ese canto ad líbitum de dos cantores, ahora es triste canción breve manteniendo el sentir de ausencia, nostalgia y amor no correspondido. Una vez más el encuentro de dos prácticas musicales ocasionaba una nueva forma, ésta vez con identidad propia.

Ese pequeño cáliz primigenio resultante, contiene de peruano y vienés. Las obras Los Lamentos y Un Adiós fueron contemporáneas a las creaciones personales de Duncker Lavalle, Eduardo Recavarren, Moscoso Vargas, Teodoro Corrales, Francisco Chanove, Ballón Farfán, Mariano Nicolás Reynoso, Castillo Chanove y muchos más, quienes pulieron esas canciones populares y bebieron también de la inspiración peruana y europea, logrando obras (académicas o populares) que afianzarían el estilo de un género propio: el vals arequipeño.





Fuente:
- Archivo personal

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